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martes, 16 de julio de 2013

Un cuento de LEON TOLSTOI. Lipunuschka. Eranse un anciano y una anciana que no tenían hijos.






El iba a trabajar al campo, y ella pasaba el día en casa, donde hacía cuerdas de cáñamo. Mientras tejía sus cuerdas, aquella vieja pensaba:
"Si yo tuviera un hijo, llevaría éste las cuerdas a su padre; pero, ¿con quién se las enviaré?"
Súbitamente, de un montón de estopa, surgió un diminuto niño que la dijo:
-Buenos días, mamá.
La anciana le preguntó:
-¿De dónde vienes, hijo mío, y cómo te llamas?
El niño respondió:
-Tú, madrecita, peinaste la estopa, y dentro de ella me he formado; se me llama Lipunuschka; dame las cuerdas, madrecita; se las llevaré a papá.
La anciana replicó:
-Pero, ¿tendrás tú fuerzas para llevarlas, Lipunuschka?
-Sí; las llevaré muy bien, madrecita.
La vieja hizo un paquete de cuerdas y se lo dio al rapazuelo.
Lipunuschka tomó el paquete y echó a correr hacia el campo.
En el camino encontró un montecillo y empezó a gritar:
-¡Padrecito!, ¡padrecito!, ayúdame a pasar este montecito, que te traigo cuerdas!
El viejo oyó desde el campo que alguien le llamaba, fue al encuentro del niño, le ayudó a franquear el montecito y le preguntó:
¿De dónde vienes, hijo mío?
El niño respondió:
-Me he formado en la estopa, padrecito.
Y alargó las cuerdas al padre.
Púsose a comer el viejo, y el niño le dijo:
-¡Déjame labrar, padrecito!
El viejo respondió:
- No te alcanzarán las fuerzas.
Lipunuschka toma el arado y se pone a labrar; trabaja y canta.
Un señor pasó por el campo y  vio al viejo que desayunaba mientras el caballo labraba solo.
El señor descendió de su coche y dijo al anciano.
-¿En qué consiste, viejo, que tu caballo labra solo?
El viejo, respondió:
-Tengo allí un niñito que le conduce; es el que oís cantar.
Acercose el señor y vio a Lipunuschka.
Entonces dijo:
-Anciano, véndeme ese chiquillo.
El viejo contestó:
-No puedo venderle, porque no tengo más que éste.
Lipunuschka dijo entonces al anciano:
-Véndeme, padrecito, que me escaparé y volveré aquí.
En cien rublos vendió el campesino al niño.
Pago el señor, cogió al niño, lo envolvió en un pañuelo de seda y se lo guardo en el bolsillo. Cuando regreso a su casa, la dijo a su esposa:
-Voy a hacerte un regalo que te causará gran alegría.
Contestó ella:
-Enséñamelo.
Sacó el pañuelo de su bolsillo, lo desdobló y no encontró ya nada.
Hacía mucho tiempo que Lipunuschka había huido para reunirse con su padre.

FIN



Marpin y la Rana.