San Miguel había edificado un monasterio en pleno océano, pero temeroso de las intenciones del Maligno, rodeó su dominio de arenas movedizas, más pérfidas que el mar.
El santo hace un pacto con el diablo, pero como es un San Miguel de espíritu normando, el Maligno es engañado; cuando la cosecha que corresponde al demonio es la de "sobre la Tierra",
la finca sólo produce nabos y zanahorias. Cuando es la de "bajo tierra", produce trigo, avena, lino, coles, garbanzos y alcachofas.
"No satisfecho con este fraude, el santo, clamando haber sido ofendido por una inconveniencia cometida por el diablo en el transcurso de una cena a la que le invitó, le precipita al mar de una fuerte patada, desde la azotea más alta del Monte Saint-Michel.
"El diablo voló por el cielo como una jabalina y fue a caer pesadamente delante de la villa de Mortain".
He visto la mirada del CAOS, infinita energía que se cierne sobre la humanidad; todo lo que valoramos perderá su valor, ya ha sucedido en otras épocas.
(Los descendientes del arca de Noé se unieron entre sí; primos con primas hermanas, hijas con padres, hermanos con hermanas... siempre hemos estado corrompidos y así continuamos.
Presente y futuro se repiten, mientras seguimos atacando a la excelsa Naturaleza.
Acaso, ¿¡es hora de pagar lo que hacemos a los inocentes y a nuestro mundo o no!?
La bondad y la maldad cabalgan en la misma bestia, habitando en nuestras entrañas y dependiendo de nosotros.
M.A.B.G
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