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domingo, 27 de julio de 2014

Félix Rodrigo Mora "Una mente sana en un cuerpo sano" Crisis y utopía en el siglo XXI

                           LA CRISIS ECONÓMICA.

                    En primer lugar conviene advertir, para evitar interpretaciones apocalípticas, que el sistema estatal-capitalista, desde que fue instaurado con las revoluciones liberales, suele estar en crisis de manera casi permanente. Se podría decir que ése es su modo de existencia y una de las causas de su singular fortaleza estratégica, pues en cada una de ellas (no sólo en las económicas sino, más aún, en las crisis políticas, bélicas, ideológicas y otras) se regenera y reconstituye a un nivel superior. Esto significa que ninguna perturbación económica por sí misma nos regalará el "derrumbe" del capitalismo, sino formas sucesivas cada vez más robustas, aunque al mismo tiempo más degeneradas.

La crisis de 1929,  de las que tantas fáciles interpretaciones circulan, produjo, con la II Guerra Mundial y la derrota del nazi-fascismo, el triunfo planetario del imperialismo norteamericano, que aún se mantiene, en tanto que expresión superior del dominio del Estado de la clase empresarial, en vez de la revolución proletaria mundial pronosticada.
Por el contrario, la guerra civil en España, de 1936 a 1939, en lo que tuvo de verdadera revolución popular, apenas debe nada a dicha conmoción económica, pues resultó de cuestiones inmateriales en litigio, la defensa de la libertad, el afán de realizar la justicia, la persistencia de una cosmovisión y cultura propias en las clases modestas, el rechazo de la expansión estatal, la sana fobia al trabajo asalariado y así sucesivamente.


Lo que podemos saber de la crisis económica iniciada en 2008 es poco, y ello muy distorsionado por los aparatos oficiales y privados de aleccionamiento de masas. Las personas más inquietas intelectualmente leen a los economistas  SUPUESTAMENTE entendidos, como el multipremiado PAUL KRUGMAN, pero lo que encuentran es poco más que mediocre literatura, facturada por este hábil vendedor de humo, que lo ignora todo y que oculta lo poco que sabe.
Algunos casos históricos pueden ilustrarnos al respecto. La crisis de la formación social romana, ya pavorosa en el siglo III, cuya causa principal fue la hiper-extensión del Estado en sus muchas manifestaciones, aunque ocasionó una situación tremenda, con un sufrimiento descomunal de las gentes, no llevó a ninguna revolución y en realidad originó escasa resistencia popular. Las masas de las épocas estaban tan envilecidas /aunque quizá no tanto como las actuales/ que escogieron dejarse morir,  se excluye a algunos movimientos rebeldes, como los bagaudas, que resultaron precisamente de pueblos escasamente romanizados, con tanto con otra cosmovisión, y los donatistas, expresión del cristianismo revolucionario insurgente. Finalmente, el sistema, que parecía agonizar, se regeneró con los reinos germánicos en Occidente, a partir del siglo V, lo que proporcionó siglos de continuidad, si bien es cierto que a un nivel inferior. 
La crisis del siglo XIV, enigmático acontecimiento del que aún hoy se sabe muy poco, hizo desaparecer entre un quinto y la mitad, según las zonas, de la población europea, por malnutrición crónica, desorden económico, epidemias y, tal vez, negativa vital a adecuarse a las nuevas condiciones políticas, económicas y convivenciales. Incluso así, lejos de ser una época revolucionaria, esa centuria fue en todo Occidente, más aún en la península Ibérica, un tiempo de reacción desencadenada, con insolente crecimiento del poder de la corona y de los señores eclesiásticos y laicos, eliminación del CONCEJO abierto en villas y ciudades, reducción de los patrimonios comunales...
Quienes afirman de manera frívola que la crisis en curso abatirán espontáneamente al sistema no se paran a meditar que éste tiene tres recintos fortificados de protección y que para que ello hay que derribar los tres.
El primero es de naturaleza política, y posee un poder de desinformar, manipular, subyugar las mentes formidables, algo que no existía, en su eficacísima versión actual, en los años de desenvolvimiento de la crisis de 1929. 
El segundo de carácter policial y judicial, también muy desarrollado en los últimos decenios, con un incremento en flecha de las plantillas y recursos de la judicatura, así como los diversos cuerpos policiales, cada vez más numerosos, entrenados y dotados.
El tercer y definitivo perímetro amurallado del actual régimen dictadura es el ejército.

(A pesar de la breve mención del imposible DERRIBO del Capitalismo, el autor debería insistir en un primordial cuarto recinto fortificado. El poder absoluto del Oro;  verdadero dueño de los títeres  políticos,  ejércitos y  ciudadanos-as del planeta Tierra. Tal vez somos de su propiedad.  M.A.B.G)

La libertad es el mayor bien, de naturaleza espiritual, del que puede disfrutar el ser humano, pues a través de ella y en el acto de su realización es como se constituye en tanto que tal. Si falta la libertad, en particular si falta de una manera extrema como sucede en las actuales sociedades de la modernidad, gobernadas por una dictadura   atroz, de carácter constitucional y parlamentario, se produce la desintegración del ser humano, su conversión en ente subhumano, su reificación incluso. La libertad verdadera va unida a la responsabilidad y se realiza con el otro.
EL ECOLOGISMO Y LA DESTRUCCIÓN DE LA ESENCIA CONCRETA HUMANA.
El ecologismo acumula sobre sí diversos méritos históricos. Cuando surgió como modo de interpretación de la realidad y como movimiento combativo, en los primeros años de la segunda mitad del siglo XX, mostró con creatividad y espíritu innovador que el medio natural estaba siendo devastado por el desarrollismo, que los recursos naturales eran finitos y que se avanzaba hacia una situación de declive general de los fundamentos últimos de la vida. Durante algunos años se mantuvo en esa posición, pero todo ello no tardó en entrar en decadencia.
Hoy las circunstancias son bastante diferentes, existe preocupación por el cuerpo, dando por inexistente a la mente.
De lo que se trata, en definitiva, es de construir una nueva civilización, y unos seres nuevos, con la libertad como fundamento, ámbito y propósito al mismo tiempo.

-Félix Rodrigo Mora-


                                              Marpin y la Rana.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Aquí dejo mi comentario. El señor Mora repite lo que antes otros han dicho y no aporta nada nuevo.
Blume