LA HUMILDAD

Cada día que pasa, veo con tristeza:

Que lo  políticos corruptos,  no tienen bastante con sus grandes privilegios y meten la mano en las arcas públicas para tener más. Más...¿Para qué? 

Que gentes situadas a la mayor escala social, como familias  de reyes, de banqueros, de altos cargos,  no se conforman con una vida de lujos que le ha sido regalada: necesitan delinquir y engañar para tener más. Más, para seguir teniendo más, pero sin tasa. Siempre, siempre,  más.

Que mis vecinos, amigos, parientes...quieren todos un coche más potente, una casa más grande, una segunda casa, un segundo coche, cambían aparatos  y ordenadores cada tres meses por otros mejores que quedaran obsoletos en el mismo plazo y volverán a ser reemplazados.  Para eso se hipotecan, entrampan, agobian, desarrollan depresiones y enfermedades. Pero todo eso no importa, si aparentan más. Aparentar casi es lo mismo que ser ¿No?.

Que hay gentes capaces de dejar atrás a las personas sin un adiós, sin un sentimiento, para seguir al lujo, a la displicencia, a la vida fácil, al espejismo de la diosas fortuna, lujuria y estupidez. Sustituyen a las personas por las cosas. No importa perder el amor, la amistad o la lealtad, si a cambio aparece en el horizonte la quimera del dinero.

Recuerdo con nostalgia aquella época donde comprar algo nuevo, era tenerlo casi para siempre. Conseguir algo con esfuerzo, cuidarlo y conservarlo como una meta o logro. Juró que vi a unos chicos desde mi ventana jugar al futbol con un móvil que funcionaba. Su dueño decía: " No importa, así mis padres me lo cambian por otro mejor.."

Y tras estas reflexiones, hoy iré todo el día evitando los espejos, no vaya a ser que todo esto sea contagioso y cuando me mire, vea que yo también me estoy convirtiendo en alguien así.

Cada vez echo más de menos la humildad.

RANITA

MARPIN Y LA RANA