EL BLOG COMPARTIDO

jueves, 30 de mayo de 2013





Amanece en rosados y ocres. Homero diría que la aurora se levantaba del lecho para llevar la luz a los inmortales y los mortales, pero claro no me voy a comparar con Homero. ¡Dónde voy yo!
Hay dos pajaros negros que llevan días en el alfeizar de mi ventana. No es que vengan y vayan de vez en cuando, no. Son una pareja y ella (la pájara) parece empeñada en entrar a través del cristal. Una y otra vez golpea con el pico, como llamando. Toc, toc, toc. No se cansa y lo intenta una y mil veces. Él (el pájaro) la sigue y secunda a regañadientes,  yo diría que con cierta resignación. Hay momentos donde ella parece mosquearse. Mirá a su amor y le dice algo en el lenguaje de los pájaros, mientras mueve las alas y se le ponen las plumas como las espinas de un puercoespín. Yo, que no entiendo el idioma pajaril, diría que le está echando a su novio una bronca de padre y muy señor mío, porque a él se le ponen también las plumas de punta, y sin abrir el pico (nunca mejor dicho),  se aproxima al cristal y comienza a golpearlo imitando a su chica. . Lo curioso, es que me ven, y les da igual. Ya por pura curiosidad y en plan experimento, me acerco a los cristales y les devuelvo los golpes desde el otro lado. Si esperaba que salieran volando despavoridos, me doy con un canto en los dientes. Ni se inmutan.  Y aquí estamos los tres, pájaros y humana, dando golpecitos. Para sacarnos en National Geografhic. Reconozco que al principio, me extrañó. Después, me dió por pensar en malos augurios, que dos pajarracos negros golpeando pertinazmente una ventana, te dan que pensar y viene a tu memoria la película de Hitchcock. Pero ayer la vi a ella con una larga rama en el pico. Y entonces me dí cuenta que lo que simplemente quieren es hacer su nido. A ella no le darían el premio a la perspicacia, viniendo a anidar en un poyete de una casa habitada por humanos, sin saber la calaña de los del otro lado del vidrio. Podía haber dado con un cafre que acabara con ella, su pareja y sus huevos (los de ella, no los de su pareja, no se si me explico). Pero ha tenido suerte, después de todo. Soy yo la que habita tras esta ventana, y de momento ya les he dejado pan y cereales, de los que están dando buena cuenta. Creo que no tardare mucho tiempo en ser tía. Bienvenida sea la primavera.

Ranita

Son las siete de la mañana, y les quiero 

MARPIN Y LA RANA 

1 comentario:

Pilar Abalorios dijo...

Ojalá sea esta la mañana en la que la primavera venga para quedarse.

Un abrazo