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lunes, 12 de noviembre de 2012

EL CAOS DE LOS MENORES EN ESPAÑA





Para que una adolescente pueda abandonar el Colegio en horas de clase porque se ha puesto enferma,   no basta según las normas de  educación,  la autorización del padre o madre tras una llamada del Colegio. Tiene el padre o madre que abandonar su trabajo y recoger a la chica, y si no es posible porque no pueda dejar su puesto laboral o esté de viaje, la menor debe permanecer en el centro y no se le permitirá irse a su casa o a recibir atención médica. Me pasó hace poco con una sobrina, a la que no me permitieron recoger de su colegio, pese a la angustiosa súplica de los padres autorizandome como familiar directo, y cuando la pudimos sacar del Centro, ingresó con peritonitis en Urgencias, con riesgo de su vida por haber perdido un tiempo precioso en burocracia.

 En cambio, a cualquier adolescente se le expande sin problemas un abortivo en la farmacia sin conocimiento ni consentimiento de los padres.

Se castigará a un hombre adulto si le enseña el pene a una menor de 18 años en un acto exhibicionista, sin tocarla.  Pero si ese mismo adulto se acuesta con una chica de 13 años con el consentimiento de ésta, no es delito.

Con la actual Ley del Menor, familias y bandas adiestran a niños en la delincuencia, porque saben que la ley nada puede hacer contra ellos. La muerte le sale gratis a ciertos menores, y para ello, no hay más que hacer memoria reciente.

¿Para cuando una legislación global y coherente de los actos de los menores o que afecten a estos?


El Supremo revisa la Sentencia de Marta del Castillo. No diré que espero que se haga justicia. JUSTICIA, con mayúsculas, sería que Marta pudiera estar viviendo la vida que le fue arrebatada: amando, yendo al cine, paseando, sintiendo frío y calor, llorando y riendo.  JUSTICIA sería también que su familia y sus amigos pudieran disfrutar de su compañía. JUSTICIA sería que sus padres pudieran enterrar su cuerpo y saber que descansa, si no en paz, al menos en un lugar donde poder derramar sus flores y su llanto. Descartado esto irremediablemente, sí espero al menos que la Justicia con minúscula, esa dama con los ojos vendados, se desprenda de una vez de esa absurda venda y abra bien los parpados para ver lo que ha de ver y hacer lo ha de hacer.  ¿Qué podemos esperar de una justicia que voluntariamente se tapa los ojos? No hay peor ciego que aquél que no quiere ver.Ojalá la administración de justicia, funcione  para ti, Marta, y  para todos nosotros. 

José
para el Blog Marpin y La Rana

4 comentarios:

Julia L. Pomposo dijo...

No solo es un caos la ley del menor, es un caos el país en si. es un despropósito total.
Saludos

Sergio DS dijo...

Siempre que veo una fotografía de Marta del Castillo además de hervirme la sangre concluyo que la justicia no va bien, y cada vez parece ir peor. Debería dejar de llamarse "JUSTO" para simplemente relacionarlo con "ley".

Cristina dijo...

¡Cuánta razón en tus palabras, y cuánta incoherencia se produce en la sociedad actual!Así no va...de mal en peor, Un abrazo

Pilar Abalorios dijo...

Cómo duele la realidad, la absurda realidad, envuelta en ley.