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sábado, 6 de agosto de 2011

El verano de 2.010 y PROMETEO liberado de Percy Bysshe Shelley.

El doce de marzo de 1818 Shelley se marchó de Inglaterra para no volver nunca más. Su motivo principal fue el deseo de que su salud mejorara bajo un clima más benigno. En diciembre de 1817 le habia escrito a un amigo de Marlow diciéndole:

"Mi salud ha empeorado enormemente. Mis sentimientos fluctúan entre una apatía perniciosa y un estado vehemente de aguda excitación tan poco natural que, sólo por referirme al órgano de la vista, tengo la sensación de que las mismas briznas de hierba y las ramas de árboles lejanos se presentan ante mí con claridad microscópica. Entrada ya la tarde me hundo en un estado de letargo e inmovilidad, y a menudo me quedo muchas horas en el sofá entre  sueño y vigilia, preso de la más dolorosa irritabilidad de pensamiento. Tal es, con poca intermitencia, mi situación. Las horas dedicadas al estudio las selecciono con una cuidadosa precaución de entre tales periodos de sufrimiento. No es por eso por lo que pienso viajar a Italia, aunque supiera que Italia me aliviara, sino porque he sufrido un ataque pulmonar grave, y aunque de momento ha desaparecido sin dejar ningún vestigio considerable de su existencia, estos síntomas muestran a las claras que la verdadera naturaleza de mi enfermedad es tuberculosa. Supone una ventaja para mí que ésta sea de progresión lenta, y si se es lo suficientemente sensible a su mejora puede llegar a curarse en un clima templado. En caso de que la dolencia progresara de forma grave, tendría la obligación de irme a Italia sin demora. No se trata de que deba velar simplemente por mi salud, sino por mi vida; y no sólo por mi propio bien (yo me siento capaz de pisotear este quebranto), sino por el bien de los que ven en mi vida una fuente de dicha, unión, seguridad y honor, y por aquellos para los que mi muerte podría ser todo lo contrario."


El espíritu poético que llevaba dentro despertó rápidamente con toda su fuerza y con mayor belleza que en sus primeros intentos. Meditó tres temas como base para dramas líricos. Uno fue la historia de Tasso; de él queda un pequeño fragmento de un canto de Tasso. El segundo se basaba en el libro de Job, cuya idea nunca abandonó, pero del que no queda vestigio entre sus papeles. El tercero era el Prometeo liberado. Los trágicos griegos le acompañaban entonces en sus divagaciones, y la sublime grandeza de Esquilo le llenaba de asombro y de dicha. El padre de la trágedia griega no posee el patetismo de Sófocles ni la variedad y ternura de Eurípides; el interés en que basa sus obras dramáticas a menudo se eleva por encima de las vicisitudes humanas hasta las pasiones y angustias de los dioses y los semidioses; esto fascinaba a la imaginación abstracta de  Bysshe Shelley.

La principal caracteristica de la teoría de Shelley sobre el destino de la especie humana era que el mal no es inherente al sistema de la creación, sino que es algo accidental que podría ser expulsado. Esto también forma parte del cristianismo: Dios creó la tierra y al hombre perfectos, hasta que el hombre, mediante su caída,

"Trajo la muerte al mundo y toda la desgracia"

Shelley creía que la humanidad sólo tenía que desear que no existiera el mal para que éste desapareciera. Que el hombre podía perfeccionarse hasta el punto de poder expulsar el mal de su propia naturaleza...


 EL BLOG DE MARPIN Y LA RANA

3 comentarios:

Sergio dijo...

Qué pedazo de post, me encanta todo lo relacionado con la filosofía y la literatura y este tiene de ambas. Y hasta mitos griegos como el de Prometeo. También ese estilo sencillo y directo del siglo XIX y apasionado si pensamos en que está escrito más o menos por el romanticismo.
Es cierto que el mal se podría erradicar pensando en él. Lo que ocurre es que seguimso sin tener todos la misma idea de lo que es el mal. Si Sócrates lo identificaba con la ignorancia tal vez diera en la diana con eso. Eres malo porque no sabes que lo eres. Esto daría para mucho debate. Saludos y buen fin de semana.

Anónimo dijo...

Me gusta el estilo que utilizan para contar las cosas complejas..


Luis Granada Mtz

Pilar Abalorios dijo...

De entre los románticos sin duda Shelley fué uno de los más grandes, quizás la seguridad de que su muerte sería temprana le dotó de una clarividencia diferente.

Que gusto, filosofar a la sombra en una tarde de verano.