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martes, 7 de septiembre de 2010

¡Ay, ay, ay! La gota y la araña.

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Cuando el Infierno produjo la gota y la araña, les dijo al despedirlas:
-Hijas mías: podéis envaneceros de ser para la Humanidad igualmente temibles. Pensemos ahora en los lugares donde debéis habitar. ¿Véis esas estrechas cabañas y esos magníficos dorados palacios? Quiero que sean vuestras moradas. Ved estas dos pajitas: elegid o echad la suerte.

-No me gustan las cabañas- dijo la araña enseguida.

Pero la otra, viendo los palacios atestados de unos hombres llamados médicos, pensó que no podía vivir en ellos a gusto y eligió el otro lote, plantando allí sus reales. Y sin más ceremonias se aloja en el pulgar del pie de un infeliz, diciendo:-¡No creo que este sitio nunca huelgue, ni que nunca Hipócritas me obligue a marchar con la música a otra parte!
La araña en tanto se instala en un techo, como si lo tuviera arrendado por vida, y pónese a trabajar para no mudarse, dando fin en poco tiempo a su tela. Ved las moscas en ella prendidas, y una criada que barre la obra laboriosa. Otra tela está a punto, y un nuevo escobazo. La pobre bestezuela muda de lugar todos los días, y al fin, tras sus intentos vanos, va en busca de la gota. Esta vivía en el campo más desgraciada que la más infeliz araña. Su huesped la llevaba ora a cavar , ora a cortar la leña, pues, dícese que gota maltratada , es gota casi curada.

-Oh - exclama la gota al verla-, ya no puedo resistir!

¡Cambiemos de lugar, hermana araña!

Ni corta ni perezosa , ésta penetra en la cabaña: aquí no hay escoba que la expulse. Y la gota se aloja en un prelado, al que condena a no salir del lecho.
¡
Válgame Dios las cataplasmas! No importa a los hombres que el daño vaya de mal en peor. Y así la una y la otra encontraron su suerte, cambiando sabiamente de morada.

-La Fontaine y sus Fábulas-


2 comentarios:

Sergio dijo...

Me habéis recordado lo que disfruté hace años de La Fontaine. Me gsutaban sus cuentos y ahora, al releer este (casi no lo recordaba, sólo vagamente) veo que es de esas cosas que no envejecen. Me sigue resultando genial.

EL BLOG DE MARPIN Y LA RANA dijo...

Cierto Houellebecq, hay textos inmortales. UN ABRAZO.