Van Goth
- LA VIDA SE LLAMABA ARAN SALVADOR -
En un pueblo limítrofe entre Alava y Vizcaya, hace tiempo, vivía un pastor. Aquella mañana como cada día, había salido a pastorear el rebaño. Cuando el ocaso se cernía sobre el valle y antes de regresar a su casa, comió ciruelas y lanzó los huesos por las crestas de las montañas, cayendo la mayoria de las semillas sobre las desnudas rocas.
La noche casi se le había echado encima, más no tenía ninguna prisa. Era un conocido camino de ida y vuelta, hasta con los párpados cerrados podía recorrerlo. Lo había recorrido con su abuelo y con su padre cientos de veces, toda una vida conduciendo animales.
Ya iluminaba la luna llena su arrugado y curvado rostro, los borregos le seguían dócilmente. De súbito, se oyeron dos disparos seguidos. El pastor cayó fulminado mientras una sombra furtiva huía. El rebaño se desperdigó y al alba habían sido devorados por los lobos. Una vida humana y un centenar de borregos por una maldita desavenencia.
Unos años más tarde, una niña pequeña y su madre reptaban por las sendas de las montañas, huyendo de su loco maltratador. Cuarenta y ocho horas extraviadas, perseguidas por un esposo y padre enfermo, que quería matarlas. Las dos estaban arañadas, heridas y al borde del desfallecimiento por falta de agua y alimentos sólidos. Lo peor es que nadie acudiría en su auxilio, pues vivían en un remoto caserio. Temerosas por su suerte, vagaban a trompicones por los pedregosos e intransitables senderos de cabras montesas. Desconociendo que su agresor perseguidor había resbalado y yacía muerto en el barranco de las Ratas.
En un recodo del estrecho y sinuoso camino la madre abrazó a su hija fuertemente, como protegiendola del peligro, de las alimañas, del agobiante calor , del hambre y de la sed. Levantó la vista y vió que en una oquedad crecía un formidable Arán, las estaba esperando desde hacía mucho.
Era un altivo e independiente ciruelo salvaje. Con sus frutos las alimentaría, -y en el durante- las reconfortaría susurrandoles: "Comed y bebed de mis frutos, nacidos de la sangre que un cobarde derramó- Mi hijo, vuestro padre y esposo. A mi cobijo estáreis sanas y salvas. No temáis queridas nuera y nieta. En mí no hay odio, sólo hay amor".
Era un altivo e independiente ciruelo salvaje. Con sus frutos las alimentaría, -y en el durante- las reconfortaría susurrandoles: "Comed y bebed de mis frutos, nacidos de la sangre que un cobarde derramó- Mi hijo, vuestro padre y esposo. A mi cobijo estáreis sanas y salvas. No temáis queridas nuera y nieta. En mí no hay odio, sólo hay amor".
A la misma vez que sucedía este hecho extraordinario, Salvador, un guardia civil del grupo rural de montañeros, que casualmente o no estaban de maniobras por la zona, las divisó con sus prismáticos y se lo comunicó a su superior.
Al cabo de un buen rato, madre e hija fueron rescatadas y a duo exclamaron: "A partir de hoy, para nosotras la vida se llamará Arán Salvador".
FIN
marpin y la rana
9 comentarios:
Esta mujer la niña, encontraron cobijo en este árbol.
Un bonito cuento o fábula, no se como llamarlo, el caso es que es ejemplar.
Por desgracia haym muchos energúmenos, no se les puede llamar de otra forma, como el del Cuento, que maltratan a las mujeres y niños/as.
Pero lo bonito es que tuvo un final feliz.
Gracias por compartirlo.
Un abrazo, Montserrat
Gracias Monserrat por tu apoyo. En este blog, aunque no perdemos de vista el humor, siempre seremos solidarios contra todo tipo de maltrato.
Un abrazo.
El cuento es simple pero tiene su moraleja
Fco
Lo simple es complicado, porque no tiene dobleces en lo que ocultar los artificios.
Cordiales saludos, Fco.
Que imaginación si parece un fado, canto o cuentecillo de eferveceste lindeza.
Mis felicitaciones, Agueda.
Plas - plas. ¡Muy bien! Son nuestros aplausos. Es un cuento precioso.
Un afectuoso saludo.
Jorge y paula.
Es un cuento9 didactico y mola mazo
El Ramón
El Ramon, Jorge y Paula, Agueda: muchas gracias a todos.
Enhorabuena de Huelva. Me gusta mucho el blog.
M.
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