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lunes, 1 de septiembre de 2014

LAS IDEAS TRASCENDENTALES. Platón, dice, entendió la idea como algo que no deriva de los sentidos, sino de una razón suprema...

Las ideas trascendentales son conceptos puros, dados por la naturaleza misma de la razón y "consideran todo conocimiento experimental como determinado por una totalidad absoluta de condiciones." Y son trascendentales, pues, "rebasan los límites de toda experiencia, donde no podrá encontrarse ningún objeto adecuado a la idea trascendental" (Ibid)
La posición de Kant estaba de antemano tomada. No le importaba seguir a Platón, para quien las ideas ejemplares de las cosas son tantas cuantas especies de éstas. Su objetivo era trazar la crítica de la metafísica wolffiana en sus tres ciencias: la psicología, o ciencia del alma; la cosmología, que tiene por objeto el mundo; la teología cuyo objeto es Dios. Por lo tanto el mundo trascendental había de reducirse a tres ideas, conteniendo los tres modos de totalidad absoluta de la experiencia; la idea del alma, que contiene la unidad absoluta (incondicionada) del sujeto pensante; la idea del mundo, que representa "la unidad absoluta de la serie de las condiciones del fenómeno", o "el conjunto de todos los fenómenos", la idea de Dios, que representa "la unidad absoluta de todos los objetos del pensamiento en general" o "la condición suprema de la posibilidad  de todo lo que pueda ser pensado".



La crítica de Kant para derribar toda la doctrina tradicional en torno al alma, el mundo exterior y Dios-
Fundados en la "ilusión" incontenible de la razón de atribuir a sus ideas trascendentales, y por ello "subjetivas", de cuyo objeto no tenemos ningún conocimiento", "alguna realidad objetiva de inevitable apariencia. Donde esto ocurre "se abusa" de la razón y no se construyen más que falacias y fantasmagorías. Tal ilusión no es insoluble.  Se trata,  pues, de combatir dicho espejismo dialéctico mostrando la raíz o forma viciosa de dichos razonamientos y sus continuas contradicciones.



                                     Marpin y la Rana. 

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