Otro hombre la vio y la compró, arrancándole las plumas cortadas y se las hizo crecer de nuevo frotando sus alas con mirra. Entonces el águila, cogiendo el vuelo, apresó entre sus garras a una liebre para llevársela, agradecida, a su libertador.
La vio una zorra y le dijo:
-No es a éste a quien debes llevarle la liebre, sino a tu primer dueño; el segundo ya es bueno por sí mismo; procura mejor ablandar al otro, no sea que te atrape de nuevo y te arranque las alas.
Enseña esta fábula que debemos corresponder generosamente a nuestros bienhechores y por prudencia mantener a distancia a los malvados.
Marpin y la Rana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario