En una mujer sin importancia nos encontramos ante el tipo femenino en que el amor, sublimizado, se apercibe del engaño torturante y sin escrúpulos. Es entonces cuando tiene lugar esa trasmutación del ser dulce y confiado, en una persona a la cual la amargura se le renueva cada día en cuanto a la intimidad de su existencia; pero al mismo tiempo le otorga una amplitud de miras y de juicio, disponiéndola hacia la tolerancia para otros. Aquí ella sólo se mantiene inflexible para con el hombre que la humilló y la hirió en lo más hondo; en su maternidad. Cree su deber el evitar que ese individuo pueda seguir haciendo daño con su egoísmo desvergonzado que nunca toma en cuenta a los demás, si no es para provecho propio e inmediato.
Marpin y la Rana.
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