Cerré los ojos. Al abrirlos empecé a sentirme
inquieta. Estaba en un lugar sombrío. En el suelo, al lado de una valla,
había personas con las carnes abiertas
y mutiladas con cuchillas, a las que nadie auxiliaba. Un poco más
allá, una mujer se arrojaba desde un balcón estrellando sus huesos y
vísceras contra el asfalto mientras hombres armados entraban a la fuerza
en su casa. El hambre de pan y de legalidad se abría paso entre
millones de personas impotentes, mientras unos cuantos, a puerta
cerrada, se daban opíparos banquetes con el dinero de todos. Salí a la
calle, y paseando por las aceras vi a asesinos, violadores y terroristas
condenados caminando a sus anchas, mientras un juez con una venda en
los ojos mandaba una madre a la cárcel por haber usado una tarjeta
que encontró para comprar comida y pañales a sus hijos. A una familia en
el paro, le ponían sus escasos muebles en la calle llena de nieve
mientras los banqueros se felicitaban por tener una casa vacía más. Unos
temporeros dormían en el suelo helado sin más abrigo que unos cartones,
mientras el alcalde se negaba a abrirles el polideportivo. Pedí ayuda
al Rey de aquel lugar, pero estaba cazando paquidermos. Abordé a su
yerno, pero no podía atenderme ocupado como estaba en gestionar una
sociedad sin ánimo de lucro. La futura reina era famosa por sus
carísimos tratamientos de belleza. Miles de personas pedían a gritos el
sueldo atrasado de varios meses para poder comer. Sentí asco y
vergúenza. Quise hablar con los responsables políticos pero todos
estaban preparando la defensa para afrontar sus querellas. La Alegría,
acompañadas de sus parientes La Esperanza y La Justicia, habían hecho
las maletas a toda prisa y habían abandonado el lugar. Abrí los ojos
con el deseo de que hubiese sido un sueño. Más...¡oh decepción! seguía
despierta. Y ante mis ojos un cártel de situación decía: "Está usted
en España".
RANITA
EL BLOG DE MARPIN Y LA RANA
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