Las ciencias de la naturaleza -la astrofísica, la física, la química, la bioquímica, la zoología, la paleontología, etc,- podrán decirnos lo que ha sido el universo y lo que es, lo que ha sido la naturaleza y lo que es ahora, de qué modo ha ido constituyéndose hasta el momento presente. Las ciencias de la naturaleza podrán decirnos en rigor: hasta ahora la evolución se ha producido en este sentido, hacia una serie de estructuras cada vez más complejas, hacia el desarrollo de sistemas cefalizados; parece, pues, verosímil que sigamos en esta misma dirección. Esto es lo que los matemáticos llaman una extrapolación; sin embargo no es ya una ciencia cierta.
En el caso de que el hombre "o la mujer" sea un animal inacabado, éste encierra entonces un misterio que las ciencias empíricas son incapaces de descubrir. En el caso de que sea un animal inacabado, ¿en qué consistirá entonces su acabamiento? Estamos más acá de dicho acabamiento ya que nos hallamos todavía en su estado embrionario. ¿Cómo podemos prever lo que va a ocurrir si todavía no ha ocurrido jamás?
Las ciencias experimentales no están equipadas para una previsión como ésta. Sobre todo si esta génesis y este acabamiento implican una transformación y un cambio del nivel en que se plantea el problema.
Para tratar dicho problema -a saber: ¿Qué es el hombre? ¿Está éste acabado o no? Suponiendo que esté inacabado, ¿Hacia que dirección lo está llevando este proceso de transformación en curso? -naturalmente hay que volver a mirar de nuevo el conjunto de la realidad y, ante todo, al mismo hombre o mujer, su mente, su corazón, su voluntad, su pensamiento, su acción, sus deseos, su desesperación y hastío.
Existe toda una secuela de filósofos que se han dedicado a explorar lo que ocurre en el ser humano considerándolo así desde dentro. Cabe destacar entre ellos a san Agustín, Pascal, Maine de Biran, Soren Kierkegaard, Maurice Blondel y otros muchos.
-Claude Tresmontant-
Marpin y la Rana.
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