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miércoles, 7 de agosto de 2013

LOS ENTERRADOS EN LA ABADIA DE WESMINTER


Nos suena el nombre de esta Abadía por su relación con la monarquía británica, ya que en ella se han celebrado coronaciones reales como la de la Reina Isabel y bodas de postín, la última de ellas, la del principe heredero Gillermo, hijo de la malograda Lady Di. Sin embargo, la Abadía es un auténtico cementerio. En ella hay enterradas más de 3.000 personas, existiendo aproximadamente más de 600 monumentos funerarios y tumbas, algunos de ellos escalofriantes.

Me llamó la atencion especialmente, situado detrás del monumento de Wolfe. Diseñado por Louis Francois Roubiliac, muestra la muerte de Lady Elisabeth Nightingale (1704-1731), que se encontraba embarazada y murió al dar a luz. Su esposo, trata de protegerla inutilmente de una figura esquelética y descarnada -La Muerte- que surge de improviso de una tumba y lanza su flecha sobre su mujer. La escena es de tal crudeza, que resulta terrorífica, ya que cuando la certera muerte fija los ojos en una presa, nada ni nadie puede evitarlo, ni aiquiera el amor de un amante marido que aterrado trata de interponerse en la trayectoria de la lanza, si bien su rostro revela que sabe que es inútil su gesto. Mientras tanto, Lady Elisabeth, agotada  por los dolores del parto y resignada ante su inminente final, parece aceptar su destino y reclina la cabeza sobre el hombro de su compañero, sabedora de que es el último calor y consuelo que recibirá en vida.  Los miles de turistas, peregrinos y devotos, no pueden evitar que sus miradas se queden perdidas durante un tiempo en el monumento funerario. La muerte surge de una pared, desde abajo, como un reptil asesino, cogiendo desprevenido a un instante de vida, recordandonos que nunca sabemos si nuestra propia muerte surgirá de improviso en el siguiente instante en que nos creamos inmunes y einmortales. 


RANITA
MARPIN Y LA RANA

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