Temiendo a mi entender, ¡oh Polícrates! (amigo de Plutarco y descendiente de Arato), el filósofo Crisipo (Gran figura de la escuela estoica) la sensible aplicación de cierto proverbio antiguo, no lo escribió como él es en sí, sino como a él le parecía que estaría mejor, diciendo:
¿Quién del padre mejor hace el elogio
que los hijos honrados y dichosos?
Pero Dionisodoro de Trezén (un discípulo de Aristarco, el gran filólogo alejandrino), lo censura, y pone el proverbio verdadero, que es así:
¿Quién del padre mejor hace elogio
que los astrosos e infelices hijos?
Marpin y la Rana.
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