EL BLOG COMPARTIDO

sábado, 13 de julio de 2013

A RUTH.




No me impacta la noticia de la condena. Era lo esperado. Me impacta tu ropa negra, que al fin te permites poner en señal de luto, porque oficialmente tus hijos ya no son dos criaturas desaparecidas, sino dos niños asesinados, aunque no se te autorice aún a enterrar sus restos. Me molesta el seguimiento mediático y morboso de cada gesto del ya no presunto asesino, haciendolo mucho más protagonista de algo que nunca debió protagonizar. Flaco favor se le hace a un verdugo, capaz de sacrificar a sus propios hijos como chivos expiatorios de su venganza, convirtiéndolo en una estrella de informativos y programas amarillos. Pienso en ese hilo que une a las madres con sus hijos, tengan la edad que sea y que a modo de imaginado cordón umbilical une sus existencias. El tuyo con tus dos niños del alma, Ruth, tú sabías que no llevaba a ningún lugar de vida. Me indigna que un fallo de profesionalidad imperdonable, estuviera a punto de dejar el caso en vía muerta, y medito sobre la inmensa responsabilidad de las personas de cuyos trabajos dependen vidas, muertes y sentimientos. ¿Qué habría pasado si el juez instructor se hubiera conformado con la prueba que afirmaba que eran huesos de ratones y pájaros, lo único material que quedaba de los pequeños? No soy capaz de  revestir de palabras tu dolor -ni puedo- pensando en ese horno crematorio, último escenario de dos seres indefensos y aún vivos. Ni siquiera puedo afirmar que se haya hecho Justicia. JUSTICIA (con mayúsculas) sería que Ruth y José estuvieran vivos y disfrutando de sus vidas, y tú de ellos. Sólo podemos decir que a trancas y barrancas, la administración de justicia ha funcionado. Y esa justicia con minúscula se me antoja demasiado pequeña e insuficiente.

RANITA

MARPIN Y LA RANA

No hay comentarios: