Y no me refiero los que no tienen hijos. Mi
no-felicitación va dirigida a quienes teniéndolos, no se han enterado de
que los seres humanos, especialmente los niños y adolescentes, tienen
un alma que hay que cuidar y no son de cartón piedra. También a
quienes creen que un hijo es un zapato viejo que se abandona sin más en
el camino. A los que consideran a los vástagos una cifra que deben
reunir al mes para que encima se lo gaste la imbécil de su madre, o a
los que ni siquiera dan esa cifra pudiendo hacerlo. No felicito a los
que creen que un hijo es una llamada de teléfono en Navidad, ni a los
progenitores que desconocen todo de los seres a los que donaron la
genética: ni sus sentimientos, ni sus miedos, ni sus penas o alegrias. A
los que ni siquiera han luchado por recuperar los puentes perdidos con
ello. Y no los felicito por no haber sabido o querido dar a sus hijos
el lugar que por derecho les corresponde en la vida, situando por encima
de ellos a sus amigos, a sus vicios y a su ombligo. A lo largo de mi vida, he visto muchos niños abandonados por ascendientes a
los que el título de padres les viene grande. Venid a por vuestra
no-felicitación, ancestros exclusivamente biólogicos para los que la
paternidad sólo ha sido la consecuencia de un apareamiento, y llevaos
de paso toda la pena que produce saber lo que os estais perdiendo. Para
los otros padres que nunca han hecho abandono de sus deberes, para los
que sabeis amar, ser y estar para vuestros hijos, pensando en su
presente y su futuro cada día, para vosotros sí que va mi abrazo en el
que incluyo uno muy especial para el ser al que con tanto orgullo llamé
papá. Vosotros si que mereceis celebrar el Día del Padre.
Ranita
Para mi querido Blog de Marpin y La Rana
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