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sábado, 13 de octubre de 2012

"Un jardinero que llegaría muy lejos." En marzo de 1945, los Aliados habían llegado ya a las orillas del Rin. Para evitar que cruzasen el río, Hitler había dado orden de volar todos los puentes.




Sin embargo, el día 6 de marzo el puente de Remegen permanecía aún intacto, tal como pudo comprobar el general norteamericano Hodges al contemplarlo desde una montaña cercana. Inmediatamente comunicó a sus hombres que se dirigiesen a toda velocidad hacía el puente, antes de que los alemanes lo dinamitaran.

Un pelotón, al mando del teniente Grimball, avanzó con sus tanques en veloz carrera hacia el río. Al pasar por un grupo de casas, uno de los soldados vio a un hombre de edad madura cuidando un jardín. El soldado  pensó que se trataba de un miembro del Volksturm, una fuerza compuesta por ancianos y niños movilizada para defender el Reich, y que seguramente informaría a sus superiores de que la columna de blindados norteamericanos se dirigía a tomar el puente. Así pues, le disparó tres veces con su fusil, pero el presunto miembro del Volksturm se agachó a tiempo y evitó las balas. Como la columna no podía detenerse, no hubo tiempo para realizar más disparos.
Unos años más tarde, el teniente Grimball se enteró de la identidad de aquel jardinero. Era ni  más ni menos que Konrad Adenauer, el que sería Canciller de la Republica Federal de Alemania en 1949 y que, paradójicamente,  convertiría a su país en un fiel aliado de Estados Unidos.
-Jesús Hernández-

Adenauer nació en Colonia en 1876. Tras estudiar Derecho, fue alcalde de su ciudad natal de 1917 a 1933,siendo destituido por los nazis al llegar Hitler al poder. Estuvo encarcelado por motivos políticos en dos ocasiones, en 1934 y en 1944. Después de la guerra fundó la Democracia Cristiana (CDU) y en  1949 fue elegido canciller de la RFA.

Tenía el rostro cubierto de cicatrices, a concecuencia de un accidente automovilístico. Vestía siempre con extraordinaria sobriedad, de tal modo que cuando, en cierta ocasión, le visitó un comite de señoras con el propósito de pedirle los trajes viejos para sus obras de caridad, el canciller, sin excesiva cortesía, les contestó:

- Lo siento, señoras.Yo no tengo trajes viejos.

-Entonces, ¿qué hace con ellos? le preguntaron.

-Los llevo puestos.

(Sus respuestas solían ser así de cortantes, lo que, naturalmente, levantaba una muralla ante el interlocutor. Así, otro día, después de una comida de caza, uno de los comensales, deseoso de fumar, le preguntó respetuosamente si le molestaría que fumase.

Adenauer se encogió de hombros y contesto severamente:

- En realidad no lo sé. Nunca ha fumado nadie delante de mí.


                                                      Marpin y la Rana

2 comentarios:

Contando los sesenta dijo...

Adenauer pertenece a una generación de políticos que, quizá porque había visto las consecuencias de la segunda gran guerra, dio pruebas de grandeza de miras.
Se echa en falta políticos de esa talla.

Pilar Abalorios dijo...

Qué lejos quedan figuras como esta!

Un beso de domingo