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lunes, 9 de julio de 2012

PRESENTAMOS: La taza mágica de Somerset Maugham.





Sólo un objeto parecía desentonar en el lujoso apartamento del Ritz-Carlton que ocupaba el novelista inglés Somerset Maugham cuando llegaba a Nueva York: una taza resquebrajada, sobre una cómoda.
Habiéndole un día interrogado al respecto, me contestó sonriendo:
"Ahí está, recordándome que las mejores cosas de la vida son las más sencillas... y las menos estimadas, porque las damos por seguras."
Me contó la historia de la taza. En 1940, cuando Francia capituló, a los varios centenares de ingleses radicados en el sur se les evacuó en pequeños buques de carga. Tuvieron los fugitivos que seguir una larga ruta zigzagueante, para esquivar a los sumergibles enemigos. Los dos barcos iban tan llenos que no quedaba un palmo libre. El sol abrasaba; las cubiertas eran hornos.
El momento culminante del día, llegaba al racionarse los escasos víveres. Los pasajeros desaliñados, hambrientos y, ante todo, sedientos, formaban colas para recibir su ración. "En esa taza- concluyó Maugham- yo atesoraba  diariamente mi lote de agua. Desde entonces, si alguna vez me siento un tanto engreído e inclinado a mirar como segura   mi cómodo albergue y buena alimentación, lleno la taza en el grifo, y me la bebo, despacio. Eso me trae a la realidad más deprisa."

-Jaques Chambrun-


 Marpin y la Rana.

2 comentarios:

Pilar Abalorios dijo...

Una anecdota preciosa, gracias por ella.

Besos

Sergio dijo...

Anécdota buenísima. Y hay traumas que no se olvidan. Para bien o para mal.