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lunes, 12 de marzo de 2012

MUJERES NUNCA AMADAS: LA HISTORIA DE NATALIE




Su familia emigró a Francia desde el pais Vasco, para construirse un porvenir. Allí vino al mundo Natalie. Tenía que llamarse Izaskum, pero su madre quedó seducida por los nombres franceses. Cuando contaba diez años, volvieron a España. Natalie era dulce, tenía unos bonitos ojos azules y una bondad natural que invitaba a quererla. Algo que parecía sencillo, quien no podría querer a una persona así.  

Conoció a Domingo en la Facultad de Deusto, donde ambos estudiaban. Para Natalie fue un flechazo, para Domingo, una más en su lista. Con constancia y esa ternura imnata, Natalie se quedaba cerca de Domingo cuando el resto de sus novias se enteraban de sus escarceos simultaneos y abandonaban el barco. Domingo era un adicto al sexo compulsivo  y salvaje, instintivo, de saciar ansias en minutos y pasar página. Natalie quería ser amada y esperaba el milagro. Domingo acudía a ella a contarle sus andanzas y a mirarse en sus lagos azules mientras se quejaba de sus amantes.

Tantos años al lado de Domingo, hicieron que todos dieran por hecho que acabarían juntos,  y así fue. La familia de Domingo animó a ello esperando que aquel tarambana sentara por fin la cabeza. Natalie pensaba que el matrimonio y los hijos cambiarían a Domingo, y cuando surgían las dudas desde su parte inteligente, se tapaba los oidos y los ojos para no saber.  Su vida trascurrió entre un trabajo mal pagado, dos hijos y un marido al que no cambió el matrimonio. Natalie perdonaba cada una de las infidelidades de cuerpo y alma de su esposo, convencida de que cambiaría, de que aquella vez, sería la última.

Un día, un policía se presentó en casa de Natalie. Se llevaron a Domingo. Natalie lloró.  ¡Tenemos dos hijos pequeños, mi sueldo es ridículo, tenemos una hipoteca y préstamos que pagar! ¿¿Porqué se lo llevan??

En los días posteriores, en todos los periódicos salió en titulares que un profesor de matemáticas  llamado Domingo, mantenía relaciones completas con varias menores. Natalie, no podía creerlo.

A través de las ventanillas del locutorio de la prisión le hizo una sola pregunta ¿Por qué?. El respondió: No lo sé. Y Natalie miró atonita ese "no lo sé" en el que tendría que basar el resto de su vida, y la de sus hijos,  arruinadas todas ellas. Un "no lo sé", que no daba respuestas, que no aportaba más que desolación a la desolación.

Marpin y La Rana

1 comentario:

Anónimo dijo...

Triste historia de Natalie. Una mujer de tantas que aman o creen amar a quien no lo merece. Y es tanto el sufrimiento, tanta espera y angustia, esperando una recompensa que nunca llegará. Lamentablemente a diario se repite esta clase de historias.