Yo pregunto a mi alma: ¿Cuál es la causa de mi muerte? - Ella responde: "La fuerza del mal que hay en ti."

 
Yo pregunto a mi cuerpo:

¿Cuál es la causa de mi mal?

Responde: "El ardor de tu llama interior."

Pregunto a mi llama interior y responde

Que este fuego

Que me consume no es más que el reflejo

De las brasas de amor en mi corazón.

Pregunto a mi corazón que responde: "Tus ojos

provocan la desdicha,

Sino miraras no podrías ser desdichado."

Pregunto a mis ojos:

¿Por qué tenéis lágrimas negras,

Por qué esa desdicha del corazón?

Ellos respondieron llorando: "Sólo tenemos voluntad

Cuando la llama solar vence a la luna."

Escucha, Navoi, siempre encuentras excusas,

¡arde hasta morir!:

El fuego del amor es la última flecha de la eternidad.

II

Aquel resplandor, en el negro crepúsculo

De la separación,

Dos amantes se reencuentran, se reconocen,

Se entregan,

Y llorando se consuelan por el dolor

De su separación,

Del sufrimiento de su alejamiento,

Como amigos que hablan,

Se resguardan en ese tiempo

De antes de su separación

Que mantienen en la memoria.

A veces se congratulan de sus encuentros,

A veces se lamentan del porvenir que les alejará,

A veces se encuentran,

Igual que dos raíces que se fusionan en una sola

Y sin comprender su dualidad se entrelazan más aún,

Y, mientras esa unión crece y crece como dos raíces

Temblando de fiebra la una por la otra,

Se cogen las manos y las cierran fuertemente,

Y en esa unión indestructible las aprietan más aún.

Y, si el momento preciso de sus encuentros

Nace una semilla a cada unos de sus lados,

Disimulan y la rechazan.

Tus palabras rezuman osadía

Y exceden todos los límites

De una pareja,

Navoi, en esos pensamientos tuyos tan profundos.

-Perlas Poéticas de A J. del Puig-

Marpin y la Rana