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viernes, 16 de diciembre de 2011

A la amada sustancia espiritual que habita en los seres humanos:





No dejan de proceder con razón y tino los que aplican a los ansiosos de gloria la fábula de Ixión, que abrazó a una nube en lugar de Hera y del aquel congreso nacieron los Centauros; porque también aquéllos, abrazando la gloria como una imagen de la virtud, no hacen nada fijo y determinado, sino cosas bastardas y confusas, llevados ora a una parte y ora a otra, siguiendo sus deseos y pasiones, a manera de lo que los vaqueros de Sófocles dicen de sus manadas:

Siendo de éstos los amos, les servimos;
y aunque callan, es fuerza hacer su gusto;

que es lo que en realidad les sucede a los que gobiernan según los deseos y caprichos de las turbas, sirviendo y complaciendo, para que los llamen caudillos populares y magistrados; porque a la manera que los que hacen la maniobra en la proa de la nave ven las cosas que se presentan delante antes que el piloto, y sin embargo, vuelven la vista a él y hacen los que les manda, de la misma suerte los que gobiernan y sólo atienden a la gloria son sirvientes y criados de la muchedumbre, aunque tengan el nombre de gobernantes.
Porque el que es consumado y perfectamente bueno ha de saber pasarse sin la gloria, como no sea en cuanto sirve de apoyo para los hechos por la confianza que se ha granjeado...

-Plutarco-

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