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lunes, 28 de noviembre de 2011

REMOCIÓN. Acción y efecto de remover.- El dolor y el placer de Edmund Burke.




Para mover un poco las pasiones de la gente...El dolor y el placer son ideas simples, que no pueden definirse. La gente no es propensa a engañarse con respecto a sus sentimientos, pero frecuentemente, se equivoca acerca de los nombres que les da y en sus razonamientos sobre ellos. Muchos opinan que el dolor nace necesariamente de la remoción de algún placer, al igual que creen que el placer nace del cese o disminución de algún dolor. Por mi parte, me inclino más bien a imaginar que el dolor y el placer, es su manera más simple y natural de afectar, son ambos de naturaleza positiva, y en modo alguno dependientes necesariamente el uno del otro para su existencia. La mente humana a menudo se encuentra, y yo creo que casi siempre, en un estado que no es de dolor ni de placer, sino en lo que yo llamo un estado de indiferencia. Cuando me transporto de este estado a un verdadero placer, no parece necesario que yo pase por ninguna especie de dolor. Si en tal estado de indiferencia, relajación o tranquilidad, o llámese como se quiera, se viera de pronto sorprendido con un concierto de música; o suponed que se os presenta algún objeto de superficie fina y brillante, de colores vivos; o imaginad que se gratifica vuestro olfato con la fragancia de una rosa; o que probáis algún dulce sin tener hambre; en los diversos sentidos oído, olfato y gusto, indudablemente encontráis un placer . Sin embargo, si indago el estado de vuestra mente antes de producirse estas gratificaciones, difícilmente me diréis que nos hallaron en alguna especie de dolor: o, tras satisfacer los distintos sentidos con sus placeres correspondientes, ¿acaso me diréis que les ha seguido algún dolor, aunque el placer haya desaparecido por completo? Imaginad, por otra parte, que un hombre "o mujer" en el mismo estado de indiferencia recibe un golpe violenta, bebe alguna pócima amarga, o cierto ruido áspero y molesto hiere sus oídos. Aquí no hay remoción; y,  no obstante en todos los sentidos que se ven afectados, se siente un dolor muy claro. Podría decirse, tal vez, que el dolor en estos casos tenía su origén en la remoción del placer del que el hombre disfrutaba antes, aunque aquel placer fuera tan poco intenso como para ser percibido por la remoción. Pero, esto me parece una sutileza que no se puede descubrir en la naturaleza. Pues si, antes del dolor, no siento ningún placer verdadero, no tengo motivo para juzgar que existe una cosa parecida, en la medida en que el placer sólo es placer en cuanto se siente. No puedo persuadirme de que el placer y el dolor son meras relaciones, que sólo pueden existir si se contrastan; pero creo que puedo discernir claramente, que hay verdaderos dolores y placeres que no dependen para nada unos de otros. Con respecto a mis propios sentimientos nada es más cierto que esto. Puedo percibirlos por separado sin ningún tipo de idea de su relación con otra. Cayo sufre a causa de un ataque de cólico; este hombre está padeciendo realmente; extendedle sobre un potro de tortura, y sentirá un dolor mucho mayor.
Pero, ¿acaso el dolor del potro nace de la remoción de algún placer, o es el ataque de cólico un placer o un dolor, según se nos antoje considerarlo?

EL BLOG DE MARPIN Y LA RANA      

1 comentario:

Victoria dijo...

Yo creo que cuando es el espíritu el que manda, más allá de los sentidos, el auténtico placer es la satisfacción de hacer lo que tienes que hacer, aunque duela.
Un saludo