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miércoles, 17 de agosto de 2011

LA HOMEOPATIA Y LA MEMORIA DEL AGUA


 
El médico alemán HAHNEMANN, formuló   los principios básicos de la homeopatía -de las palabras griegas 'homós' (igual) y 'páthos' (sufrimiento)- en 1810 en su tratado "El arte de la medicina racional". La homeopatía se basa en la Ley de la Similitud -una sustancia sirve para curar una enfermedad si causa los mismos síntomas que la enfermedad- y la Ley de los Infinitesimales, según la cual, cuanto más pequeña es la dosis de la sustancia administrada, mayores son los efectos en el paciente. La tercera máxima homeopática es que no hay enfermedades, sino enfermos, por lo que todo tratamiento debe ser personal e intransferible, lo que no casa con la producción en serie de preparados y su venta en masa en farmacias.

La preparación de un producto homeopático empieza con 1 gota de principio activo que se disuelve en 99 gotas de agua, alcohol o lactosa (1CH). Luego, se toma 1 gota de esa primera dilución y se mezcla con otras 99 del disolvente elegido (2CH); seguidamente, se toma 1 gota de esa segunda dilución y se mezcla con otras 99 del disolvente (3CH); y así, sucesivamente. Cada vez que se hace una dilución, se tiene que sacudir vigorosamente el preparado para hacerlo activo; es lo que se conoce como 'dinamización'. Los homeópatas prescriben medicamentos de hasta 5.000CH, muy por encima de los 12CH en los que, según las leyes de la química, ya no hay ni una molécula de la sustancia original en el preparado. Entonces, ¿en que basarían su presunta efectividad los medicamentos homeopáticos? Según sus practicantes, en la memoria del agua, un misterioso fenómeno que confiere al líquido propiedades cuasimágicas. 
El biólogo marino Vicente Prieto cree que, "con la homeopatía, estamos hablando más de magia que de ciencia". Este científico recuerda que el agua no surge de la nada, sino que tiene un ciclo en el que pasa por la atmósfera, se filtra por las rocas, entra en contacto con miles de sustancias... Los homeópatas sostienen que La memoria del agua se activa cuando la agitan después de cada una de las sucesivas diluciones.
Martín-Ballestero admite que resulta difícil de creer que una sustancia sea "energéticamente más potente" cuanto más diluida esté en agua, alcohol o lactosa, y que los fundamentos químicos de la homeopatía contradicen lo que él y sus compañeros estudiaron en la Universidad, ya que emplean disoluciones en las que no queda nada de sustancia curativa. "A partir de 12CH, no hay más que una energía difícil de comprobar", coincide Romero. "No queda nada; pero es que el agua tiene memoria. Las moléculas desaparecen, pero el medicamento funciona", mantiene el secretario de la FEMH
¿Donde estará la verdad?

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