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miércoles, 18 de mayo de 2011

LA HISTORIA DE SOLEDAD


 
Soledad entró al despacho de la abogada Natalia Soto  arrastrando los zapatos  y vestida de negro de pies a cabeza. Había engordado desde la última visita y unas enormes bolsas daban a su rostro un aspecto de agotamiento. Soledad quedó embarazada siendo menor de edad y la solución acordada fue el matrimonio. Junto a su marido partió a Palma de Mallorca. Allí entendió con qué clase de persona se había casado.  Siete semanas más tarde, un policía localizó a los padres de Soledad y les pidió que fueran a recogerla al hospital, donde había sido ingresada inconsciente y apaleada por su esposo, que había huído después. El pequeño nació en Galicia y el padre nunca apareció, ni conoció al niño, ni aportó nada para su crianza, si bien, de tanto en tanto, aparecía  amenazando  de mil maneras a la madre con llevarse al niño o matarla a ella, por el mero placer de hacer daño.
La criatura nació enclenque y enfermiza, haciendo sentir a su madre el pánico de que cada día sería el último, si el padre  no se lo arrebataba antes. Cada día Soledad vigilaba a su hijo día y noche con el miedo metido en las entrañas. A fuerza de continuos cuidados y carísimos médicos, que Soledad pagó fregando muchos suelos ajenos, el niño poco a poco fue superando sus problemas de salud y se convirtió en un adulto bastante espabilado. Tras estudiar formación profesional, montó un pequeño negocio de reparación de coches, que poco a poco se fue consolidando. Soledad, aceptó tras muchos años casarse con su vecino Antón, que siempre había estado enamorado de ella, naciendo de esta unión  la pequeña Alma. Por fin parecía que todo estaba en calma, y el miedo de Soledad a perder a su hijo le dió una breve tregua.
Pero duró muy poco. Una llamada de teléfono a las tres de la mañana le hizo saber que su hijo se había matado en un accidente de coche. Un pozo negro se tragó a Soledad. Tres meses después, una compañía de seguros le informó que la vida de su hijo de 22 años valía unos pocos miles de Euros. Cuando fue a recoger el cheque, se encontró allí al padre de su hijo, reclamando la mitad de la indemnización. Si Antón no la hubiera sujetado, ella lo hubiera despedazado allí mismo con sus propias manos.

Soledad siempre iba abrazada a una foto grabada y colgada de su cuello del  hijo muerto. Como una nueva Piedad distorsionada.

- Haga usted lo posible para que ese malnacido no se lucre con la sangre de mi hijo -había sido el encargo de Soledad a la abogada-. Yo no quiero el dinero para mí. Le mandaré hacer a mi hijo un ángel muy grande, con las alas extendidas, y lo pondré sobre  su tumba para que le cuide, para que nadie más le haga ta daño.  Es lo único que le pido. Que no paro de llorar y estoy criando a mi hija con mucha tristeza. Y por favor, devuélvame cuando pueda las fotos y todas las cosas que le di de mi niño. Que necesito ponerlas en orden y tenerlas cerca de mi. Que no veo a mi hijo y eso es que está enfadado porque no tengo sus cosas ordenadas...


Ranita




8 comentarios:

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

Hola querida Ranita.

Has hecho brotar unas lágrimas de mis ojos de madre.

Parece imposible poder creer que haya hombres tan sinvegüenzas que se quieran aprovechar de la desgracia ajena, en este caso de su propio hijo del que ni siquiera se hizo cargo.

Besos, Montserrat

escuchando palabras dijo...

Ay...Rani, sera q las madres somos medias flojeras, jejej tambien me emocione, besitos

EL BLOG DE MARPIN Y LA RANA dijo...

ESCUCHANDO: Seca tus lágrimas también. Hay historias así que también deben ser contadas.

un abrazo.

los pucheros de kasioles dijo...

Solamente las que hemos tenido la suerte de ser madres, podremos entender todo lo que somos capaces de hacer por un hijo.
Mi enhorabuena a ese cariño tan desinteresado de madre ¡lástima no pueda decir lo mismo del padre!
Saludos.
kasioles

EL BLOG DE MARPIN Y LA RANA dijo...

KASIOLES: Gracias por ser tan buena amiga de este Blog y por tus palabras. Un abrazo.

EL BLOG DE MARPIN Y LA RANA dijo...

MONTSERRAT: Desgraciadamente, la avaricia del hombre no se detiene ante nada. Seca tus lágrimas. Un abrazo.

Pilar dijo...

Ganas de nada bueno me asaltan pensando en ese padre?, ¿para qué existirá gentuza así?

Un beso

EL BLOG DE MARPIN Y LA RANA dijo...

PILAR: Desgraciadamente, en la vida también hay seres mezquinos. Y conviven entre nosotros y no siempre manifiestan su verdadera naturaleza.

Gracia spor tu comentario. Un abrazo.