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sábado, 9 de abril de 2011

Capítulo 11 "UNA HISTORIA DE AMOR"

 


 
Buen anochecer de luna creciente, querido Manuel: Es difícil plasmar en una hoja de papel todos los recuerdos de una niñez exageradamente feliz. Soy la tercera de cuatro hermanos, con una diferencia de edad entre el mayor y el pequeño de cinco años. El primogénito es mi hermano Faustino, luego viene mi hermano Francisco, yo y por último José. Así que cualquiera puede imaginar lo que era vivir en un hogar de familia numerosa; gritos, juegos, peleas y carreras constantes. Mis padres y abuelos son emigrantes andaluces y jamás han olvidado sus raíces. Mi padre era mecánico de electricidad, un buen hombre que tenía que hacer más horas que un reloj para sacarnos adelante, pues no distinguia entre laborables y festivos, él los trabajaba casi todos, hasta en días señalados como el día del bautizo de mi hermano José que tuvo que pedirle al patrón dos horas libres para poder asistir a la iglesia. Con el paso de los meses  y de los años le ascendieron de categoría, llegó a ser el jefe de varios equipos, lo que le repercutió en seguir madrugando todavía más temprano de lo que ya lo hacía. Hasta que un invierno por motivos de salud, se planteó seriamente jubilarse a los 64 años. No pudo hacer nada mas acertado y mejor; se le acabaron los madrugones y empezó a disfrutar de las aficiones que le gustaban, hasta hace poco fue junto a mi madre un jubilado dichoso, él decía que necesitaba sentir  la vida, aunque estuviera en el infierno de los obreros.
Mi madre tuvó suficiente con criar a cuatro hijos, de sus padres enfermos y de un marido. Ella no era una ama de casa ni su oficio fueron sus labores, no, Manuel, no. Mi madre era la Directora de nuestro hogar, porque para hacer lo que hizo se necesita entrega, sacrificio y perseverancia. Para nosotros tenia el cargo y la responsabilidad de una Directora General. Con mis abuelos de Cartagena he tenido menos contacto, hasta los dieciocho años y durante todos los veranos lo pasábamos con ellos, vivian de la venta de verduras y frutas, también tenian un rebaño de ovejas y cabras. A mi abuela la llamábamos cariñosamente la sargento, conforme nos ibamos bajando del coche, la sargento  nos daba tareas y nos ponía a los cuatro las pilas, siempre han estado a nuestro lado, incluso nos han ayudado económicamente cuando no llegábamos a fin de mes. Les recuerdo con afecto, mi abuelo con su sombrero negro de ala ancha y un garrote en las manos, mi abuela agarrada de su brazo y vestida de negro de pies a cabeza.
Me esta entrando sueño, amor mío. Hasta mañana.
Te quiero.
Victoria

Respuesta del Manuel al correo de Victoria

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El blog de marpin y la rana

5 comentarios:

MUCHITA dijo...

Me da la sensación de que siempre estuvieron juntos, y están actuando como si se conocieran de tierras lejanas y se escriben para avivar la pasión.
¿Será?

O Manuel no le escribe porque ya se aburrió o porque esta en la cama de un hospital con paralisis cerebral y ella le sigue escribiendo como si estuviese allí.

O...jjajaja
Besos.

EL BLOG DE MARPIN Y LA RANA dijo...

Eres ocurrente y creativa. Pero , pero ten un poco de paciencia, caray, no te adelantes a los acontecimientos.
Gracias por tus ingeniosos comentarios.

Anónimo dijo...

Pues yo creo que está enfrente de ella. Desde una "ventana indiscreta" observándola día a día, hora a hora, cada minuto...

Anónimo dijo...

en verdad hay cosas que no me cierran en esta historia,igual pos que les vaya bien

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

No me importa para nada Manuel.

Pero el relato de Victoria me encanta.

Besos amigos, Montserrat