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miércoles, 10 de noviembre de 2010

RELATOS MALDITOS: ESQUIZOFRENIA



Mi viejo portal ya se percibe bajo la lluvia. Estoy llegando. Ha pasado la tarde. La noche. Casi es madrugada. Retengo mis pasos cuanto puedo. Camino despacio. Me paro continuamente. Pero pronto se me acabará el camino y no soy capaz de encontrar más excusas. ¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde que me escapé? ¿Un día ¿Un año? No puedo demorar más mi regreso. No recuerdo dónde he estado. Estoy empapada. Hambrienta. Exhausta. Ya no puedo más. Si no estuviera lloviendo pasaría la noche en cualquier parque, en cualquier esquina. Pero los hilos tiran de mí.

Mi sucedáneo de hogar me recibe sombrío. En otro tiempo me abrazó. Ahora me oprime. Sus ruidos son amenazas. - “No te hagas ilusiones”- me dice. Y no me las hago. Pronto volverá a empezar la pesadilla

Voy al baño. Necesito una ducha caliente. Mientras me desnudo, mi imagen se refleja en el espejo. He ganado mucho peso. Estoy horrible. Y mi pelo, empapado, necesita un corte. Tengo que ir a la peluquería. Y hacer gimnasia. Yo fui bonita. Quiero serlo de nuevo. Pero “esa cosa” no me lo va a permitir. ¿Por qué -ángeles y diablos- por qué?

Puedo percibir su presencia. Sé que está ahí. Sin manos. Sin voz. Me está esperando. Agazapada. Y está enfadada. Empiezo a temblar. Tengo mucho frío. El agua caliente me hará entrar en calor. La bañera se va llenando lentamente, y sale un vapor que dibuja espirales de consuelo. Introduzco un pie, luego, el otro. El agua está demasiado caliente, pero no me importa. 

Entonces, aparece. Sale de su escondite. Quiere castigarme. Lo sé. Es el precio que tendré que pagar por haberme escapado. La noto cerca. Mi vello se eriza y una descarga de adrenalina recorre mi espalda. ¡Es mucha su fuerza! Me ordena que salga de la bañera . ¡No quiero, cosa asquerosa ¡ Pero insiste. Me resisto, pero me taladra su brutalidad. Empiezo a llorar. ¡Por favor, por favor, déjame que me bañe¡ ¡Lo necesito¡. No cede. Un brusco tirón del tapón de la bañera, es la respuesta. El agua se escapa con   círculos que asemejan carcajadas de burla. Luego me hace salir. Mis pies mojados resbalan. Caigo de bruces y me golpeo la cabeza. La sangre brota de la brecha abierta. Me incorporo como puedo. Sobre el inodoro, desnuda, lloro a gritos, temblando aterida. Hoy no habrá tregua. 

Me ordena lo que tanto temo. Que me meta en la cama. Mi cárcel. Allí me tendrá varios días sin dejarme salir. Sin comer. A veces ni siquiera me dejará que vaya al cuarto de baño, y la cama se llenará de orines y excrementos. Así lo ordena desde hace, no sé si semanas, meses o eternidades. Esa cama se convierte en mi inmundo estercolero.

Cuando intente luchar, tomará la forma de mis peores pesadillas. Mi madre muerta, colgada de aquel gancho, con una cuerda mugrienta y la lengua fuera. Se acercará a mí como una gigantesca araña de patas peludas y ojos  azabache. O vendrá con la apariencia de él, con un cigarro en la boca, altivo y frío, diciéndome: “Vete. No te quise nunca. La quería a ella”. Incluso, en el colmo de la crueldad, vendrá con mi propia apariencia anterior, la de una mujer bella y sugerente. Y me dirá: "¿Te ves? Así eras. Mírate ahora". Y yo me miraré, y no podré soportar la visión del engendro en que esa cosa me ha convertido.

Recuerdo la primera vez que se apoderó de mí. Yo paseaba en una avenida cercana al mar. Algunos viandantes, solitarios como yo, caminaban tras de mí. El mar, semejaba la forma de un corazón azul. De repente, una voz que no era mía, me traspasó los oídos. No gritaba, pero sus susurros eran como puntas de cuchillo. Yo me tapé las orejas con las manos, incapaz de soportar la estridencia de aquellos sonidos quedos. El horizonte se tornó de colores de fuego, pero mi alma quedó helada, atrapada en un iceberg de desconcierto. Y aquel dolor espantoso que ya no se fue

Luego empezó un peregrinaje por hospitales. Inútil odisea. No estoy enferma, solo habitada por esa cosa que me quiere para sí. La Sentencia se dictó hace mucho tiempo y era inapelable. A veces, me da un respiro. Entonces me escapo y salgo a la calle. Pero tarde o temprano, me hace regresar, porque estamos unidas por un entramado de hilos que no pueden cortarse.

Sólo hay una manera de acabar con esto...sólo una. Mamá, esperame. Ya voy.

Ranita

6 comentarios:

escuchando palabras dijo...

Ay...fuerte el relato...muy bueno pero dame un cariño con algo mas dulce, besos M y R

Adriana Alba dijo...

Me encantó haberlos conocido!!!

Muy buen relato.

Saludos a Marpin y la Rana.

Marìa.Galias(margalia) dijo...

Muy duro relato, muy bueno, cuanta necesidad de cariño,
besos y un achuchòn
Ranita

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

Las personas que sufren esquizofrenia.
Con un buen tratamiento, medicación adecuada y sobretodo no dejar de tomársela, y también terapias, pueden hacer una vida activa. Es como la diabetes, que tienen que tomar la medicación siempre, como los bipolares, o las depresiones largas.
Hay que concienciar a la Sociedad para que acepten a estas personas y las integren, sin marginarlas.
Hay Asociaciones que ayudan mucho.
, a los familiares y a las personas que las sufren, en Valencia está A.S.I.E.M

Y sobretodo darles mucho mucho cariño, porque estas personas suelen ser muy inteligentes y aunque no lo sean, se merecen un trato humano y mucho amor.

Besos y que tengáis muy buenas noches y sueños hermosos, Montserrat

Pilar Abalorios dijo...

Ranita que doloroso ha sido ir leyendo, avanzando inexorablemente hacia el único final posible.
Cruelmente hermoso.

Un abrazo cálido

EL BLOG DE MARPIN Y LA RANA dijo...

Muchas gracias por vuestros comentarios y por vuestro afecto.

Bienvenida al Blog, Adriana Alba.

Un abrazo de Ranita