Llegado octubre, un hombre encontró una víbora helada de frío. Apiadado de ella, la recogió y la resguardo en su mano. Reanimada por el calor, la víbora recobró sus sentidos y mató a su bienhechor, el cual sintiéndose morir, exclamó:
-¡Bien me lo merezco por haberme compadecido de un ser malvado!
Enseña esta fábula de Esopo que la maldad no se modifica aunque se le testimonien buenos sentimientos.
El blog de marpin y la rana
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