- ¿Se puede uno sentar?
-¡Es un banco público!
- ¿Se puede, toc, toc?
- Acabo de decirte, bah.
- Señor, hola, ¿puedo sentarme a su lado en el banco de piedra?
- Pero, vaya pregunta de locos, hay sitio de sobra para cuatro personas más.
- Señor, debo comunicarme con una persona digna y noble.
- Haber empezado por ahí. Te escucho atentamente. Soy esa persona noble y digna.
- Señor, mire mis zapatos, destrozados de tanto buscar y caminar.
-¿Y a mi qué me importa? perdón muchacho, sigue hablando. ¿Qué buscas?
- Señor,mi madre murió despues del abandono de su conyuge y padre de su único hijo. Soy yo, me han criado en un orfanato. Y tengo pruebas de lo que le digo.
- No me jodas, caray. ¡Ya eres un hombre! Te creo. Eres igual a cuando yo tenia tu edad.
- Señor, no tengo techo. No tengo dinero, no tengo donde caer muerto.
- Pues, también estoy solo como una apestosa rata. Ven, vente conmigo y ya nos apañaremos, hijo mío.
- ¿Tiene casa y ahorros?
-Sí, no te preocupes hijo, nos cuidaremos el uno al otro, y todo lo que tengo será un día para ti.
Y se fueron cantando del brazo por la Plaza de los Asqueados. La luna contemplaba -con una pinza en la nariz- las siluetas que dibujaban las heces y orines de los gatos y perros, alrededor de las herrumbrosas farolas del barrio "La mitad fundidas".
En las altura,s la Luna llena imaginaba "probablemente" que las cagadas y las meadas que veía desde el cielo eran los sentimientos y las emociones de los divididos seres humanos.
FIN
El blog de marpin y la rana
3 comentarios:
Pero se tenían el uno al otro y a pesar de su vida maltrecha,eran felices.
Mil besos.
Preciosa historia y muy bien contada. Un lujo leerlos. Un abrazo.
Me ha encantado. Es el tipo de escritura que te decapa el alma hasta dejarla desnuda.
Eres un genio.
Manu
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