EIDOLONES
Conocí a un adivino
que estaba más allá de los matices y objetos del mundo,
de los campos del arte y del saber; de los placeres, de los significados.
Y espigaba eidolones.
Pon en tus cantares, me dijo
no ya la enignática hora ni el día; no las partes. Pon
ante todo, como luz para todos y canto inagural de todos
los eidolones.
Siempre el incierto comenzar
siempre el crecimiento, lo circular del círculo,
siempre las cumbres y por fin la unión (para empezar, sin duda, nuevamente)
¡Eidolones! ¡Eidolones!
Siempre lo mutable
siempre las materias primas, los cambios, los desmoronamientos, lo
que vuelve a unirse;
siempre los talleres, las fábricas divinas
que producen eidolones.
Mira: tú o yo,
mujer, hombre o nación, conocidos o desconocidos,
podemos parecer constructores de sólidas bellezas, de fuerza y de
riqueza;
pero en verdad construimos eidolones.
Lo portentoso evanescente,
los fines de inspiración artística o de los largos estudios del sabio,
o del utilaje del guerrero, del mártir y del héroe
son modelar eidolones...
Whitman
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