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lunes, 14 de julio de 2014

SIGMUND FREUD. La primera escena pertenece a El mercader de Venecia, y es aquella en que los pretendientes eligen uno de los tres cofrecillos propuestos. La bella e inteligente Porcia se halla obligada, por la voluntad de su padre, a no casarse sino con aquel de sus pretendientes que acierte en la elección.


Los tres cofrecillos son, respectivamente, de oro, plata y plomo, y uno de ellos, el que otorga la victoria, guarda un retrato de Porcia. Dos pretendientes han fracasado ya en la prueba. Uno había elegido el cofrecillo de oro , y el otro el de plata. Basanio, el tercero, se decide por el de plomo, y con ello logra a Porcia, cuyo amor le pertenecía ya antes de la prueba. Cada uno de los pretendientes ha razonado su elección en un discurso en el que ha ensalzado el metal preferido, rebajando los otros dos. Tal justificación se hace más difícil para Basanio, el pretendiente afortunado: lo que puede decir para ensalzar el plomo frente al oro y la plata es poco y parece forzado. Si en la práctica analítica nos halláramos ante un discurso así, sospecharíamos la existencia de motivos secretos detrás de una justificación tan insatisfactoria.
Shakespeare no inventó esta prueba de la elección de un cofrecillo, sino que la tomó de una narración de la Gesta Romanorum, en la cual es realizada por una muchacha para lograr por esposo al hijo del emperador. También en este caso es el tercer metal, el plomo, el que logra la dicha. No es difícil adivinar que nos hallamos ante un tema muy antiguo, cuyos orígenes e interpretación será interesante buscar.
Ya una primera hipótesis de lo que puede significar la elección entre el oro, la plata y el plomo queda confirmada por una manifestación de E. Stucken y dice así: "Quiénes son los tres pretendientes de Porcia nos lo revela la elección  que cada uno de ellos hace: el príncipe de Marruecos, que se decide por el cofre de oro, es el sol; el príncipe de Aragón, que elige el de plata es la luna, y Basanio, que prefiere el de plomo, es el doncel estelar.
En apoyo de esta interpretación cita Stucken  un episodio de la epopeya nacional estona - él Kalewipoeg-, en el que los tres pretendientes se presentan sin disfraz alguno en su calidad de donceles del sol, la luna y las estrellas ("el hijo primogénito de la estrella polar"), y de nuevo es este último el que acierta en la prueba y conquista la mano de la dama.
Así, pues, resulta que nuestro pequeño problema nos ha conducido de nuevo a un mito astral...


                                             Marpin y la Rana.

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