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martes, 15 de octubre de 2013

A LA EQUIDAD: Oh justísima, felícisima y agradable para los mortales, que, desde tu ecuanimidad, disfrutas siempre con los humanos justos;



por todos honrada, de feliz sino, gloriosísima Equidad, que con pensamientos limpios decides siempre lo que es debido. Indestructible en tu mente, porque tú, en cambio, destruyes a todos cuantos no se sometieron a tu yugo, sino que lo despreciaron, volcando, por su insaciabilidad, los sólidos platillos de la balanza.
Apacible, amiga de todos, festiva, agradable, que te alegras con la paz y buscas ardorosamente una vida segura, porque siempre odias la ambición y te alegras con la ecuanimidad; en ti, pues, el conocimiento de la virtud alcanza un noble fin. Escucha, diosa, y reprime con justicia la maldad de los mortales, para que siempre transite con equilibrio la vida honesta de los humanos que comen los frutos de la tierra, y la de todos los seres vivos que en su regazo nutre la diosa madre tierra y la de aquellos que sustenta Zeus, el de las aguas marinas.


 Marpin y la Rana.

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