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jueves, 22 de agosto de 2013

REPROCHES







Fue un milagro que Manuela llegara a la vida, ya que a sus padre le habían dicho que jamás podrían tener hijos. Ese principio, que parecía  augurar una existencia con un sentido especial para ella, pronto tomó derroteros diferentes: Manuela se convirtió en una coleccionista de reproches.
La primera persona que empezó a reprocharle, desde su más tierna infancia, fue su madre. Manuela no cumplia sus expectativas, quizá porque no nació hombre, o porque naciendo mujer, no apuntaba las maneras que de ella se  esperaban. No le atraían los juegos de niñas y la llamaban "perico" porque jugaba con los chicos a coger lagartos, a perderse por el campo o a tirar piedras. Más de una vez descalabró a  algún compañero de juegos mucho mayor que ella. Manuela tenia una prima -Araceli- que era todo lo contrario. Su madre no paraba de recordarle cada día las sustanciales diferencias con su prima, tan femenina, tan zalamera y tan encantadora. Manuela creció afrontando cada dia, durante muchos años, un largo listado de reproches.
Manuela con el tiempo, fue creciendo al igual que su listado, que allá por sus 17 años era ya bastante extenso. Estudió, y para eso tuvo que salir de su ciudad natal. Su madre, duarante años, se encargo de que tuviera muy claro el error de estudiar una carrera de "hombres" y de que supiera que su decisión de marcharse y su comportamiento en la universidad -haciendo una vida normal de estudiante- pero que a su madre le parecía puro libertinaje y escándalo, la estaban matando. Después llegó el matrimonio con un compañero de carrera.
Esta vez, Manuela trató de hacerlo bien, como esposa, como madre y además como profesional que trabajaba codo con codo con su marido, asumiendo no sólo las labores para las que se había preparado, sino también las de secretaria, telefonista, chica de los recados y limpiadora, todo para que él -un ser absolutamente mediocre- brillara más.   Su anhelo pronto se vió truncado, pues se dió cuenta de que por todas partes le seguían lloviendo reproches. Por no cuidar a tiempo completo a sus hijos, porque si trabajaba fuera,  la casa estaba desatendida, y si extremaba los cuidados en la casa, lo que quedaba sin atención era el trabajo. Se daba la circunstancia de que  ella hacía el trabajo y su marido se lleveba los méritos. Su marido era alcohólico, jugador, y un desastre como compañero y como amante.  pero durante años y años, asumió como normal que hiciera ella lo que hiciera, la lista de reproches seguía engordando, mientras a él todo se le pasaba por alto con tal de que las cosas no fueran a peor. Qué triste manera de vivir medio en paz, pensaba Manuela cuando la oleada de penas podía más que el dique de su resignación.

Pasaron muchos años, y un día el esposo se largó sin querer volver a saber nada de su familia, llevándose todo el negocio de Manuela y dejando a ésta y sus hijos en una situación complicada, tal como ella siempre habia temido y sabido.  Murió su padre, y su madre volvió a entrar de nuevo en su vida, pues al quedar sola se la llevó a vivir con ella.  Manuela pensaba que esta vez, viendola trabajar de sol a luna, hacer de padre y madre con sus hijos, atender todo e intentar sobrevivir laboralmente en condiciones muy difíciles, obtendría la aprobación de su madre. Se equivocaba de nuevo. No había día donde no le recordara su absoluto fracaso ante la vida, enfadándose continuamente por cosas tan absurdas como que Manuela saliera a la calle, estando semanas sin dirigirle la palabra.

Manuela tuvo que cambiar de vida, de horarios y de costumbres. Su ex pareja  no le puso las cosas fáciles. No sólo instaló a pocos metros de ella un  negocio, con el fruto de los años de trabajo de ambos, sino que se dedicó a hacerle la vida imposible junto a su  panda de amigos tan desalmados como él. Empezaron a faltarle las horas y hubo un cambio radical en su economía, ya que el desafecto de su ex pareja no sólo era absoluto en comunicación, sino también económico. Tuvo que dejar casi todas sus actividades de ocio.  Tampoco esto fue entendido, y sus amigos le reprochaban la falta de tiempo y dedicación que hasta entonces habían tenido de Manuela  Ella sollozaba por dentro, pensando si tan mal lo hacía intentando llevar a buen puerto todos sus problemas  sin más ayuda que sus dos manos, pero no había respuesta. Su listado de reproches, seguía creciendo y creciendo y creciendo.  Cuando buscaba consuelo, sólo encontraba incomprensión.

Manuela era orgullosa, quizá porque sólo eso ya le quedaba. No quería que nadie viera que se estaba marchitando y muriéndose por dentro día a día. Ponía macetas en sus balcones y procuraba salir a la calle con su mejor sonrisa y ropa,  pues en un negocio como el suyo que dependía del público, era importante la imagen. Tampoco quería que la vieran derrotada, hundida y al borde del abismo. Nadie sabía que cuando Manuela  llegaba a su casa se metía en su habitación y lloraba hasta que sus ojos hinchados dejaban de ver con claridad, mientras en su mente intentaba avivar unos rescoldos de esperazanza a los que agarrarse. Aún así seguía oyendo reproches de los demás desde su ventana. ¿Has visto como taconea y sonríe la vecina? Seguro que tiene un amante o varios, menuda vida se pega y eso que decían que estaba tan mal...

RANITA

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es un texto impactante, Manuela, tanto esfuerzo para...
Buen día tengas.