Dali
Suceden en la vida muchas circunstancias y vicisitudes, y puede pasar que después de mucho tiempo de bienestar ocurran a uno en la vejez grandes penalidades, como en la fábula de Príamo en los poemas heroicos; y nadie puede llamar dichoso al hombre o a la mujer que tuvo tan gran suerte y fortuna y que concluyó tan miserablemente. ¿Quiere esto decir que nunca debe afirmarse de un hombre o mujer que es dichoso, mientras tenga vida y que, según la máxima de Solón, se debe esperar siempre a ver el fin? ¿No somos felices hasta después de la muerte...?
Afectuosos saludos.
José
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