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martes, 18 de septiembre de 2012

LAS RANAS PIDIENDO REY. Cansadas las ranas del estado demócratico en que vivían hicieron tanto ruido con sus clamores,

que al fin, Júpiter las sometió al poder monárquico, enviándoles desde el cielo un rey completamente pacífico.

Pero este rey al caer en su charca causó tan gran estruendo, que el pueblo que la habitaba, gente necia y muy miedosa, se ocultó bajo las aguas, en los juncos y en las cañas, en toda clase de agujeros, sin atreverse durante mucho tiempo a mirar cara cara al que tenían por un gigantón truculento.
Ahora bien: era un madero, cuya rigidez aterró a la primera rana que para verle se aventuró a salir de su agujero. Acercóse a él, aunque temblando. Otra la siguió; luego una más, y, por fin, aquello fue un hormiguero. La tropa, al cabo, cobrando confianza, llegó a saltar sobre el lomo del rey-madero.
Todo lo aguanta éste, guardando siempre silencio.
No tardaron con sus gritos en alborotar de nuevo la cabeza de Júpiter.
-¡Dadnos un rey que se mueva! -clama el pueblo del pantano. Y el monarca de los cielos les envía una grulla que empieza a atrapar ranas, a matarlas y engullirlas.
Las ranas de nuevo se quejan. Y Júpiter les dice:
-Debisteis conservar vuestro primer gobierno, y no lo hicisteis; tampoco os satisfizo vuestro primer rey, bonachón y tranquilo. ¡Contentaos, pues, con éste, no sea que encontréis otro más malo!
-Fontaine-

                                                  Marpin y la Rana

1 comentario:

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

Hola, buenas noches.
Gracias por compartir este cuento, Me encantan las ranitas, también soy amiga de Rospo y Sapabela.
Un abrazo desde Valencia, Montserrat