-¿Qué es la civilización, monsieur Wilde- le preguntó el actor Coquelin.
-El amor a la belleza.
-¿Qué es la belleza?
-Lo que los burgueses llaman la fealdad.
-¿Y qué es lo que los burgueses llaman la belleza?
-Eso no existe.
(Oscar Wilde miraba con una sonrisa divertida a las mujeres, considerándolas, según su propia frase, "esfinges sin secretos". En aquella actitud no tomaba parte el corazón. Condenado a dos años de trabajos forzados, dos años de torturas y de humillaciones por su relación con un joven aristócrata)
Y siempre allá como aquí
me cubrirá el cielo de Dios,
y cual los cirios de los muertos
brillarán las estrellas sobre mí.
-Heine-
Marpin y la Rana
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