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lunes, 21 de mayo de 2012

He soñado que entraba con paso seguro en el templo de Amén. A la derecha, un coro de ángeles estaban cantando, a la izquierda un coro de demonios aullaban.



Permanezco soñando, soñé o todavía sueño (Enfrente hay un crucificado en una cruz de oro y diamantes, no como imagen, sino como una persona que me resulta familiar, en los últimos momentos de su agonía. El altar refleja un resplandor que deslumbra. En mis sueños de noche,  Dios oficiaba la ceremonia...) Al cabo de un rato, EL  se percartó de mi presencia y me dijo:

- Permite que te haga símbolo de la Humanidad ¿Adónde vas,  Humanidad.

No voy ni vengo. Soy agua que con rectitud vive el camino, encauzada y derecha por la vida.

-¡Una tiesa visita!  ¡Es prodigioso!

Tiesa como la senda que va en linea recta.

-Humanidad, ¿buscas  la absurda realidad de la muerte?

No,  no busco a la muerte, aunque ella siempre nos encuentra. Y sin parecer irreverente ¿qué proporción de caos hay en los destinos?

- Pero Humanidad.  ¡Si el destino es un caos!

En cualquier caso, Dios,  fuera espera mi sombra...

-Y saldrás libremente igual que has entrado. El destino no existe, el azar sí. Hay voluntades sometidas al azar,  sujetas al derecho de los hombres. ¿Sabes lo qué digo?

No me has dicho nada,  ¿cómo lo voy a saber?

- ¡No me entiendes!,  Humanidad,

Tampoco tú entiendes a los humanos.

-Será porque no me has escuchado. El mundo esta lleno de gente despreocupada que no quiere escuchar.

Puede ser,  Señor.

-Humanidad, ¡A que te atizo con los demonios!

Y yo, nosotros, te vamos a bombaquear.

-Humanidad, ¡eres una cubardus-puchumbo.

¡Y  Usted un Makacu.

Yo no soy un Makacu,  ¡Sirapa!

¡Yo  Sirapa!,  Tu  Ipotrona. 

Me he cansado ya de este juego. ¡Amén y suerte, Humanidad!

Pues hasta mañana, si usted quiere.

Marpin_
                                                   

 FIN

                                         


                                       

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