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martes, 13 de septiembre de 2011

NUEVO ACCIDENTE NUCLEAR, ESTA VEZ EN FRANCIA



 La explosión en un horno en el complejo nuclear de Marcoule (sureste de Francia), a unos 240 km. de la frontera española, ha causado la muerte de una persona y heridas de distinta gravedad a otras cuatro, desatando además la alarma nuclear. 
Cuando ya se no forma parte de las noticias de los telediarios el desastre de Fukushima, y el premio Principe de Asturias a la Concordia otorgado a sus heroes ha tenido menos repercusión mediática que la enésima  separación de Belén Esteba,  se produce seis meses después un nuevo accidente. Esta vez no ha sido por terremotos ni tsunamis a los que achacar las causas. El episodio demuestra que no tienen que confabularse los elementos de la naturaleza para que el peligro sea real. Tampoco ha sido en el otro extremo del mundo. En esta ocasión, sólo unos pocos miles de kilómetros  separan a España del lugar de los hechos. Dada la falta de transparencia que suele acompañar a este tipo de noticias, debemos recordar que los efectos de un accidente nuclear, se valoran cuando ha pasado el tiempo y se conocen las consecuencias, terribles y dantescas.

Mientras escribo este post en la fresca y perfumada mañana de Septiembre, me pregunto si lo que entrará por mi ventana, preñará la tierra y acompañará la evolución de la vida, no será una invisible amenaza que viene de suelo francés. No soy alarmista, ni mucho menos, pero tampoco soy un crédulo, y las experiencia ha demostrado que las cosas suelen cambiar -para mal-en los lugares donde ha habido problemas en una central nuclear.


 José, para Marpín y La Rana

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