EL BLOG COMPARTIDO

jueves, 18 de agosto de 2011

BARRERAS A LA COMUNICACIÓN.


Una visita al oculista.

Imagínate - que padeces un serio problema de visión y decides acudir a la consulta del oculista.
El médico, después de escuchar brevemente tu explicación del problema, saca del bolsillo sus gafas y dice con gesto solemne: "Póngase usted estas gafas. Yo las he usado durante diez años y me han ido estupendamente".
Tú pones una cara de asombro mayúsculo, y el oculista, sin pestañear, añade: "No se preocupe, tengo otras en casa, puede usted quedarse con estas".
Con un escepticismo difícil de superar, te pruebas esas gafas y, como era de prever, ves aún peor que antes, y te quejas:"Por favor, ¿cómo me van a servir sus gafas a mí? Veo todo borroso".
"Oiga, haga el favor de poner más empeño", responde con gravedad el oculista. "Ya lo pongo, pero no veo nada", contestas ya al borde de la ira.
El oculista insiste:"Sea usted más paciente y colabore, por favor. Tienen que servirle. A mí me han ido muy bien todos estos años".
Finalmente te vas de allí, escandalizado ante semejante ineptitud, y el oculista - por llamarle de alguna manera- se queda pensando: "Hay que ver, qué hombre más ingrato. No he logrado que me comprenda. Yo solo pretendía ayudarle y...¡cómo se ha puesto!".

Lo que este ejemplo pretende resaltar es que muchas veces, cuando damos un consejo a alguien, nos está pasando algo bastante parecido a lo que le sucedía al oculista. Nos sentimos frustrados porque una determinada persona no nos comprende, o porque rechaza nuestros consejos, y quizá nos quejamos de que no pone interés en escucharnos. Y el problema no es que a esa persona le falte interés, o le falten entenderas, sino que nosotros estamos equivocando el planteamiento, y esa persona no entiende lo que le decimos porque no hemos logrado antes comprender nosotros cuál es su verdadero problema: le estamos recomendando con vehemencia usar unas gafas que a nosotros nos van bien, pero a él probablemente no. Tenemos que diagnosticar antes qué gafas necesita.

-A. Aguiló-

El blog de marpin y la rana

No hay comentarios: