Durante el paseo he pisado accidentalmente un pez que ha saltado del mar Mediterráneo.
-Me has reventado la espina con las suelas de tus zapatos, Glup glup - han sido unas de sus penúltimas palabras glup glup glug matador de peces.
Disculpa. Perdona. Lo lamento, le respondo en un susurro apenas imperceptible.
-Lo lamentas, lo lamentas. El que está perdiendo la vida soy yo ¡Mira!Glup glup Estoy muriéndome.
Si mueres, conmigo te vendrás y en los alrededores de la casa donde vivo te enterraré.
-Es preferible a quedarme en el muelle cual pisoteada colilla. Glup glup Vamos y me incineras dignamente. Detesto los enterramientos Glup. glup ¿Qué me has hecho? ¡Me muero!.
Muy bien. Sí. Vamos. Lo siento, pececillo.
Y del dicho al hecho sin trecho, el pez murió entre mis dedos.
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