Bueno, bien. A mi lado tengo a Manuel Serrano, conductor de grúa. Le he preguntado si le gustan las entrevistas. Y él me ha respondido, que no le gustan un pelo. Manuel ha sido muy amable, después de acompañarme a la policía, ahora me lleva en su grúa, la que transporta mi vehículo y a mi esqueleto. El paseo ha tenido un final desagradable. Me han robado los espejos y la batería, aunque por azar he podido recuperarlos, pero los cacos han destrozado unos cables fundamentales para arrancar el motor. Y aquí estoy. Manuel dice que no le gustan las entrevistas ¡Será posible!. Me cachis en la mar, cutre destino. Con lo contento que estaba yo. No hay mal que por bien no venga.
El blog de marpin y la rana
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