Horacio
Dios reposa sobre un lecho de dioses. Los demonios se frotan las garras, y los ángeles observan atentamente.
"Nadie duda que debemos rogar a Dios; pero es lícito discutir si en casos extremos debemos rogar a los santos, o si de ellos puede hacerse algún bien. Si pueden ser útiles en una enfermadad grave sus imagenes, reliquias, objetos consagrados, agua bendita, medallas, los amuletos divinos, exorcirmos sagrados. Los papistas mantienen que hay muchos melancólicos, locos y endemoniados que se curan diariamente... el sagrado muro y la votiva tabla, atestiguan que ya suspendí mis mojadas vestiduras, en ofrendas al numen tiránico del mar".
(Horacio, lib, 1, oda V)
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