Me he quedado largo tiempo, en invierno, en esos días sin sol, iluminados por una luz sombría y difusa, escuchando cómo sonaban las campanas de los oficios. De todas partes salían voces que subían hacia el cielo en redes de armonía, y yo condensaba mi pensamiento sobre ese gigantesco instrumento. Era grande, infinito; sentía dentro de mí sonidos, melodías, ecos de otro mundo, cosas inmensas que también morían.
¡Oh campanas!, así que sonaréis en mi muerte y, un minuto después, por un bautismo; sois, por tanto, una burla como todo el resto, y una mentira como la vida, de las que anunciáis todas las fases: el bautismo, la boda, la muerte. ¡Pobre bronce, perdido y oculto en medio de los aires, con lo bien que serviría como lava ardiente en un campo de batalla, o para herrar los caballos!
-Gustave Flaubert-
El blog de marpin y la rana.
1 comentario:
Melancólica entrada...pero hermosa, sin duda.
Un beso
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