Foto: Google tal como aparece en
http://mx.mercadodelcomerciolibre.com/Playmobil-4631-Monja-Medieval-Nueva-Cerrada-Impecable,name,100065,auction_id,auction_details
Cuando uno está en un hospital, los cambios de humores están a la orden del día y son de todo tipo. Es curioso, porque si hay lugar donde la pena campa por sus respetos, es aquí.
Como te decía ayer, llega un momento donde un alma no puede arrastrar medio gramo más de tristeza y se amotina contra un exceso de drama. Necesito sonrisas francas y carcajadas espontaneas. Así que me pongo a pensar en momentos de cierto gracejo. Rebusco en el fondo de mi memoria reciente, dejando de lado lloros y temores.
Me acuerdo del sacerdote que ingresó en mi ausencia, codo con codo con la cama de mi padre. Lo cuidaba una monja grandota con un hábito de color marrón. Ya me habían advertido que era cura, así que,educadamente, me dirigí a él cuando entré en la habitación compartida.
- ¿Qué tal, Padre Manuel, cómo se encuentra?
- Pues ya ves hija. Hoy estoy mejor, ayer note que se me ponía dura, se lo dije a la hermana Dulce Espíritu que ella de estas cosas sabe mas que yo. Así que me la tocó y me dijo: Sí, sí que está dura. Me dió un masaje y como cada vez se ponía peor, acabó diciendome: he hecho lo que he podido y no hay manera. Entonces tuvo que llamar a una enfermera, pero entre las dos tampoco consiguieron nada. Toda la noche la he tenido durísima, ahora mismo, parece que se me ha bajado un poco.
Sin saber qué decir, miré el rostro de la hermana Dulce Espíritu, que roja como la grana, se apresuraba a aclarar:
- !La pierna! !Está hablando de la pierna!
El pobre no volvió a abrir la boca cuando comprendó el desaguisado. Y, al cabo de un rato, casualmente o quizá no, le habían trasladado de planta.
¡Suerte Padre Manuel!
La Rana.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario